Dialogando con las estrellas: Un recorrido por la obra Warawar Wawa de River Claure
River Claure, uno de los artistas emergentes más importantes del país, realiza una relectura de El Principito y plantea una exposición donde se apropia y reinventa este clásico de la literatura francesa, escrita por Antoine de Saint-Exupéry, publicada en 1943. River nos invita a imaginar que al caminar por el altiplano boliviano podemos encontrarnos con los planetas, personajes, objetos y situaciones de la novela. Traduce de la palabra a la imagen y nos invita a preguntarnos sobre Bolivia y particularmente los Andes en la actualidad. A través de la visualidad propone preguntas urgentes vinculadas a la identidad, el paisaje, la imaginación, la globalización, el arte y plantea pensar en la fuerza creativa de la cultura aymara contemporánea.
Claure crea ficciones que quiebran y trascienden los discursos del indígena anclado en el pasado y lo ancestral. Propone la cultura indígena en constante diálogo con (incluso sumergidos en) las materialidades, los consumos y los símbolos globales. River nos recuerda que no solo es una cultura con una gran agencia política y económica en el país, sino también estética. Un mundo aymara de cemento, ladrillo, tierra, textiles, calamina, plástico, ovejas y tantawawas. River Claure como heredero de esta acumulación de cultura visual aymara visibiliza, reconstruye y ficciona, a la vez, teje su memoria personal recordando los orígenes de su familia.
El trabajo de Claure es crítico a los esencialismos culturales propone su obra desde lo abigarrado, lo ch´ixi o un neo barroquismo que rescata el uso del plástico, el yute y simultáneamente reivindica el aymara. Es la contemporaneidad de lo andino que por fuera de todas las categorías exóticas se manifiesta como un sujeto más del presente capaz de apropiarse, consumir y reinventar el mundo. Un sujeto más de la globalización que nos habla de esos importantes intercambios económicos y culturales con Chile, Perú o Argentina, pero que también con China o la India. Hablamos de una dinámica de identidad que se apropia de todo y esto no le genera una crisis identitaria sino más bien la posibilidad de recrearse.
Warawar Wawa es un proyecto que tiene posiciones surrealistas y ficcionales. River comprende la imaginación como una herramienta que nos permite encontrar nuestro lugar e identidad en el mundo. El artista acude a Jean-Paul Sartre para mencionar que si no imaginamos, si no ficcionamos, no vamos a poder cambiar la realidad que vivimos, para realizar cualquier cambio sugiere que primero debemos imaginarlo. En esta línea, nos invita a imaginar cómo sería un principito aymará, que a la vez es fan del Fútbol Club Barcelona. El arte, para Claure, es una herramienta crítica, un campo de conocimiento alternativo, el cual en vez de edificarse desde la verdad se construye desde la imaginación y la ficción.
Otra parte fundamental de la obra de River es su guiño al arte de Bolivia, sus imágenes como la nueva lectura a la Virgen Cerro, obra fundamental de la historia del país, que se encuentra en las colecciones de la Casa Nacional de la Moneda y el Museo Nacional de Arte. O una relectura a la obra Waka Waka de José Ballivián. Un diálogo a la obra de Freddy Mamani con la arquitectura neoandina. El guiño al pensamiento de Silvia Rivera. La revisión a personajes paceños populares como las “cholitas luchadoras”, los lustrabotas o los aparapitas. Todo esto como parte de una acumulación de un imaginario visual con el cual la exposición dialoga y lo reinventa. River está replanteando preguntas sobre la importancia y el cómo hacer arte contemporáneo en Bolivia, es así que nos plantea una manera de construirlo en constante diálogo con el contexto, las culturas locales, el territorio y el arte del país.
Juan Miguel Fabbri Zeballos
River Claure, uno de los artistas emergentes más importantes del país, realiza una relectura de El Principito y plantea una exposición donde se apropia y reinventa este clásico de la literatura francesa, escrita por Antoine de Saint-Exupéry, publicada en 1943. River nos invita a imaginar que al caminar por el altiplano boliviano podemos encontrarnos con los planetas, personajes, objetos y situaciones de la novela. Traduce de la palabra a la imagen y nos invita a preguntarnos sobre Bolivia y particularmente los Andes en la actualidad. A través de la visualidad propone preguntas urgentes vinculadas a la identidad, el paisaje, la imaginación, la globalización, el arte y plantea pensar en la fuerza creativa de la cultura aymara contemporánea.
Claure crea ficciones que quiebran y trascienden los discursos del indígena anclado en el pasado y lo ancestral. Propone la cultura indígena en constante diálogo con (incluso sumergidos en) las materialidades, los consumos y los símbolos globales. River nos recuerda que no solo es una cultura con una gran agencia política y económica en el país, sino también estética. Un mundo aymara de cemento, ladrillo, tierra, textiles, calamina, plástico, ovejas y tantawawas. River Claure como heredero de esta acumulación de cultura visual aymara visibiliza, reconstruye y ficciona, a la vez, teje su memoria personal recordando los orígenes de su familia.
El trabajo de Claure es crítico a los esencialismos culturales propone su obra desde lo abigarrado, lo ch´ixi o un neo barroquismo que rescata el uso del plástico, el yute y simultáneamente reivindica el aymara. Es la contemporaneidad de lo andino que por fuera de todas las categorías exóticas se manifiesta como un sujeto más del presente capaz de apropiarse, consumir y reinventar el mundo. Un sujeto más de la globalización que nos habla de esos importantes intercambios económicos y culturales con Chile, Perú o Argentina, pero que también con China o la India. Hablamos de una dinámica de identidad que se apropia de todo y esto no le genera una crisis identitaria sino más bien la posibilidad de recrearse.
Warawar Wawa es un proyecto que tiene posiciones surrealistas y ficcionales. River comprende la imaginación como una herramienta que nos permite encontrar nuestro lugar e identidad en el mundo. El artista acude a Jean-Paul Sartre para mencionar que si no imaginamos, si no ficcionamos, no vamos a poder cambiar la realidad que vivimos, para realizar cualquier cambio sugiere que primero debemos imaginarlo. En esta línea, nos invita a imaginar cómo sería un principito aymará, que a la vez es fan del Fútbol Club Barcelona. El arte, para Claure, es una herramienta crítica, un campo de conocimiento alternativo, el cual en vez de edificarse desde la verdad se construye desde la imaginación y la ficción.
Otra parte fundamental de la obra de River es su guiño al arte de Bolivia, sus imágenes como la nueva lectura a la Virgen Cerro, obra fundamental de la historia del país, que se encuentra en las colecciones de la Casa Nacional de la Moneda y el Museo Nacional de Arte. O una relectura a la obra Waka Waka de José Ballivián. Un diálogo a la obra de Freddy Mamani con la arquitectura neoandina. El guiño al pensamiento de Silvia Rivera. La revisión a personajes paceños populares como las “cholitas luchadoras”, los lustrabotas o los aparapitas. Todo esto como parte de una acumulación de un imaginario visual con el cual la exposición dialoga y lo reinventa. River está replanteando preguntas sobre la importancia y el cómo hacer arte contemporáneo en Bolivia, es así que nos plantea una manera de construirlo en constante diálogo con el contexto, las culturas locales, el territorio y el arte del país.
Juan Miguel Fabbri Zeballos